Parece que la angustia ha desaparecido y en la semana 20 de embarazo llevo ya varios días sin vomitar.
Es el momento ideal para escaparnos a disfrutar nuestro regalo de Reyes: una noche en el hotel burbuja Zielo de Levante, en Tírig. Sí, en el lugar donde antaño se situaba el camping de la localidad y en el que sucedieron tantas anécdotas de mi infancia.
Tíos, primos, Vero y los demás aprovechábamos las vacaciones de Pascua para desempolvar las tiendas de campaña e ir añadiendo líneas en la base de datos de nuestros recuerdos. ¡Gracias!
Y ahora en los vestuarios en los que hace más de 20 años pasamos una larga noche de lluvia torrencial, se encuentra el restaurante. ¿Imaginas poder disfrutar de una cena maravillosa, a la luz de las velas, en un enclave privilegiado durante una agradable noche primaveral?
Pues el camarero estaba constipado. ¡Muy constipado!
El único camarero del lugar que daba servicio a las únicas 6 mesas del restaurante (hay 6 burbujas en el hotel) no paraba de estornudar, moquear, tocarse la mascarilla y hablar.
– ¿Qué te parece la Carrillera de Ternera Rustida con Frutos secos y Parmentier de patata con Trufa?
– Es que se la acaba de bajar para estornudar.
– ¿Sabías que este Huevo explosivo ha sido premiado como mejor tapa de España?
– Los de esa mesa se van. No me extraña. No se lava ni las manos.
– Y de postre Lemmon Pie
– Yo solo quiero llorar.
Y mientras las lágrimas caían por mis mejillas regresamos a nuestra burbuja.
Y qué presión, qué sensación, qué colchón.
¡Qué estrellas!
Fue maravilloso poder aprovechar una de las largas noches de insomnio por embarazo para ver las estrellas sin frío, sin calor, sin contaminación lumínica y sin reloj.
Y el día siguiente una ruta por el lugar, con dos jóvenes octogenarios, para celebrar que papá Nacho suma uno más y las pinturas rupestres siguen ahí aunque mi papá ya no y, ¿quién hubiera apostado hace 20 años por este resultado??
** Embarazo 2